Rita Moreno – Hija de Puerto Rico
diciembre 13, 2014STEFAN MILENKOVICH The Man Who Speaks the Language of the Eighth Note…
febrero 23, 2015Isabel Moreira se ha convertido en una figura importante en la política de Portugal. Dantemag le pregunta si los cambios drásticos en las medidas de austeridad que han sido impuestas sobre tantos países Europeos significa que las constituciones de dichos países no podrán seguir enfrentando las convulsiones de la sociedad moderna.
por Mario Moniz Barreto
Las constituciones, piedra angular de cualquier estado que dice vivir dentro del Estado de Derecho, son el tópico del dia en Portugal y en otros lugares donde los programas severos de austeridad han sido lanzados. Esto quiere decir que la Corte Constitucional de Portugal ha sido colocada en el centro de muchos de los argumentos politizados sobre si la legislación aprobada por el parlamento donde el partido de gobierno está en la mayoría y firmada por el presidente, aun a regañadientes, cumple con la constitución del 1975 del país.
DEFENDIENDO EL SISTEMA :ISABEL MOREIRA
Con quien mejor debatir esto que una de las más notorias constitucionalistas del país – Isabel Mayer Moreira, la MP del Partido Socialista y activista extraordinaire de los derechos fundamentales. Moreira arremete contra lo que llama “la estúpida austeridad”. Esta es impuesta por lo que ella considera contradictorios neo liberales, los que quieren reducir los servicios estatales y en forma puritana regular las libertades personales.
Isabel, de 38 años y la hija de un ilustre ex político conservador y académica en Relaciones Internacionales, saltó a la luz pública durante dos de los debates más intensos que el país ha tenido en décadas. Uno fue sobre la descriminalización del aborto; el otro sobre permitir a parejas del mismo sexo los mismos derechos en el matrimonio que los heterosexuales – o por lo menos una gran mayoría. Ella ganó ambos debates.
Durante estos debates la muy elegante Isabel – se que no me va a perdonar por decir esto – hablo sin temor y con asertividad que aplastó a sus opositores: desde los católicos conservadores, al supuestamente moderado profesor universitario. Es por ello que no es una sorpresa que ella se haya distinguido en el Parlamento como una defensora comprometida de la constitución aun, como ella me recuerda, a un costo político.
Nos encontramos casi al final de una tarde cálida y aun soleada de Lisboa en los jardines públicos que rodean el Parlamento.
Comienzo preguntando a Isabel si ella cree que aun en este país existe una constitución como tal. A lo que ella responde – “Claro que si”. Moreira cree que la constitución de la nación es moderna, probablemente la más moderna de Europa. Isabel añade que cuando la legislación y los presupuestos tienen medidas que se juzgan inconstitucionales, los principios que violaban no tenían nada que ver con la constitución como tal, sino con los principios básicos de la constitución – tales como ‘proporcionalidad’ o ‘confianza’. Principios, Isabel subraya, que están presentes en todas las constituciones de los estados democráticos en el mundo entero y solo “un tonto” pensaría en revisarlas.
No satisfecho con esta primera respuesta, voy para el segundo round. Este gobierno no ha tenido ni una sola medida presupuestaria que no ha sido referida a la Corte Constitucional, al igual que otras piezas de reforma legislativa. Así es que realmente todavía vivimos bajo la misma constitución?
Isabel Moreira insiste que si. Claro, es extraordinario ver tantos casos siendo exitosamente referidos a la Corte Constitucional.Y sin embargo, el sistema funciona. El Estado de Derecho prevalece. El Parlamento y el Gobierno tuvieron que regresar a la mesa de dibujo y trabajar alrededor de estos reglamentos para llegar a otras soluciones.
Tal vez el aspecto más inusual aquí, en la opinión de Moreira, es como la Corte Constitucional misma esta en el centro del escenario político y como, por bastante tiempo, el jefe de estado y otros envueltos en el proceso se rehusaron a actuar o a responder.
Ella añade: “La decisión de la Corte Constitucional pudo haber hasta ayudado al gobierno, al prevenir aún más reducciones de las pensiones y los ingresos de los servidores públicos. Esto a su vez. Esto a su vez le dio ímpetu a los consumidores a gastar y así ser motor de algún crecimiento”. Irónicamente, Isabel dice que “la constitución no ha cambiado, no ha sido revisada, la reforma en la que interpreta no ha cambiado, la forma en la que es chequeada no ha sido modificada, con tantos temas declarados inconstitucionales. Así es que lo que realmente debe cambiar es el Gobierno, con suerte en las próximas elecciones del 2015”.
NUEVOS DERECHOS, PREGUNTAS VIEJAS
Como en casi todos los paises, asi en Portugal, los derechos de los ciudadanos están consagrados en la constitución. Isabel identifica los temas “nuevos”, además de los “viejos” que podrían valerse de un lavado de cara. Ella también piensa que la constitución, como si fuera una cosa viviente, puede adaptarse a casi todo contexto y tiempo.
Esta es un área muy cerca de su corazón. Isabel tienen tatuado en su brazo la fecha cuando se legalizó el matrimonio entre parejas del mismo sexo.
Pero un tema aún más urgente para Isabel Moreira es la nueva realidad Europea que de una forma u otra va a tener que ser encarada constitucionalmente. La trampa de la pobreza en la que tantos jóvenes y envejecientes, graduados y los menos calificados han caído. Igual los desempleados, pero además los que tienen trabajo, muchas veces trabajo a tiempo parcial, que no reciben ni el salario mínimo que en Portugal es 475€ al mes. a month. Un derecho garantizado a una vida digna debería caer dentro del alcance de lo que normalmente contemplan las constituciones como sus principios básicos. De dicha manera obligarían a las instituciones a actuar.
El empobrecimiento de la clase media, junta a la caída aún más grande de los más pobres entre los pobres, en muchos países donde se incrementa la desigualdad, como Piketty describe tan acertadamente en su magnum opus “Capital”, es una consecuencia de, como Isabel lo pone, “un programa ideológico de política pública inspirado por economistas equivocados que atacan a los pensionados, a los servidores públicos, y a los más pobres cuya sobrevivencia depende en ya subsidios escasos, y quien, en Portugal, no son exemptos de los recortes salvajes aun si lo que devengan es tan poco como 600€ per month”.
Una vez mas siento como le apasiona el tema. Isabel está doblemente infeliz: este camino no es justo ni efectivo. La desconcierta como alguien puede aún estar convencido que mayor flexibilidad en poder despedir a alguien y otras medidas que hacen de la fuerza laboral de Europa del Sur una de las menos reguladas del mundo pueden llevar al progreso. Ella subraya que las fuerzas laborales protegidas son altamente productivas en países como Alemania, Dinamarca o los Países Bajos.
EL CHEQUEO DEBE SER RE-CHEQUEADO?
Las Cortes Constitucionales suelen ser pasivas en la forma en que obran para asegurar que los derechos básicos se respeten. Casos deben ser traídos ante la corte antes de que la misma se pronuncie. De otra manera estaríamos trastocando el equilibrio de poderes al crear gobiernos judiciales, según Isabel.
Isabel defiende la manera en que el sistema está establecido en Portugal. No es tan diferente de muchos alrededor del mundo. La Corte Constitucional tiene sus jueces nombrados por varias instituciones, luego de muchas disputas políticas. Ella dice que por ejemplo en Estados Unidos, algo pasa cuando un juez toma su puesto – usualmente deja sus alianzas políticas en la puerta. Esto resulta en unas decisiones sorpresivas, específicamente que un republicano sea más progresivo que un demócrata.
Cuando confrontada con lo que el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos Justice Stevens aboga en su libro más reciente “Six Amendments: How and Why We Should Change the Constitution”, Isabel piensa en los temas que él pone como primeros para una enmienda. Dos de los más relevantes para Europa: manipulación electoral en base a raza y el privilegio soberano. La recolecta agresiva de impuestos es donde Isabel piensa que el estado tiene demasiado de poder.
EL ALZA DE LOS EXTREMISTAS
Las elecciones legislativas en los pasados años en Europa han arrojado algunas sorpresas agrias: el alza de los grupos de extrema derecha al igual que los movimientos políticos populistas, desde Gran Bretaña, a Hungría, los Países Bajos a Francia, desde Italia a Grecia.
Pueden, o deben las constituciones contener esta tendencia?
Según Isabel, no. Ella cree que las constituciones ya están haciendo suficiente. En el caso de Portugal, los partidos políticos fascistas no son permitidos. Fue en el 1975 que el país logró salir de 48 largos años de una dictadura de extrema derecha. Al día de hoy todo partido político se tiene que registrar con la Corte Constitucional para poder correr en unas elecciones. Esto es un proceso de equilibro de poderes: del número de partidarios, hasta el análisis de los estatutos de los partidos. Durante las tres pasadas décadas sólo un partido político ha sido declarado inconstitucional.
Los MP prefieren vernos encarar los movimientos extremistas no mediante medidas legales, sino políticas – denunciando a las organizaciones por lo que son y movilizando los votantes en contra de ellas.
So, strip the sheep’s clothes from the likes of Marine Le Pen!
THE SECURITY ISSUE
Whistle-blowers like Assange, Manning, or Snowden have outed the incredibly intrusive workings of agencies like the NSA and the total disregard for our right to privacy. Furthermore they have also demonstrated the effectiveness of data collected in defusing security issues. Should we not therefore question if our rights have taken time out?
Isabel complains that “there is a group of politicians claiming to be liberal who know so little about what liberal thinking really means in relation to this subject. They lose sight of the distinction between positive and negative freedoms”. This refers to how far our personal freedoms can go before they start affecting third parties. She cannot accept therefore this state meddling as well as the presumption that we are all guilty of something.,as it ignores any principle of proportionality, just because it is easier and simpler to do so. On the contrary, as Isabel puts it, “the intransigent defence of rights, freedoms and our guarantees requires us to brush aside simplicity”.However she acknowledges any solution to this issue must be within an internationally agreed framework.
FROM SECURITY TO MORALS, A SHORT STEP
On this Isabel thinks there are common characteristics in “loss of freedom and in the attaining of freedom”. Both take small baby steps, which makes it harder for people to realise what is being done and then oppose it. Isabel exemplifies this ‘nanny-state’ method in what has happened to smokers, who are treated like criminals, morally weak people polluting other people’s air.. Isabel, who incidentally used to smoke nearly two packs a day and has changed to electronic cigarettes, is infuriated at the way these are also being persecuted. Why? Because health officials believe smoking, or rather, vaporising an electronic cigarette provides a bad example in public. In her words, health authorities would “rather see a smoker dead, then a vaporiser happy!”
It is as if we now all have a duty to educate each other at the cost of freedom and singularity: A minor detail, that she thinks – and, for what it is worth, I also think – is an “escalating process along a totalitarian path”. The state wants to be a “behaviour modulator”, resorting to restrictions, taxes and prohibitions, and denying a person’s right of choice.
Do we then, to use a John Rawls term, need to come up with a revised “idea of public reason”? Isabel replies with an eloquent phrase, “The state cannot defend me from myself”.
POST SCRIPT
I round off my conversation with Isabel by asking her if she feels we have either reached the end of history or we are on the verge of a series of violent explosive events? She shudders at this. She has just finished reading “The World of Yesterday”, Zweig’s memoirs and she found herself relating completely with that sad, nostalgic report of life in the last days of the Austro-Hungarian Empire and the horror that followed its demise. Isabel, while maintaining a hopeful, yet realistic attitude, fears the parallels between Vienna then and Brussels now may be all too evident. The catastrophic results of the fall of the former would also be similar if the latter, the European integration project, were to fail.
Feeling the growing lack of hope and optimism, she nevertheless believes it is her duty to carry on the struggle: against inequality and these ideologically based austerity programmes, which are eroding our freedoms.
As a community, we need to reconnect with basic ethics. We have to redress intergenerational solidarity. We need to claim back the bond between socio economic classes and declare,no, the poor are not responsible for the state they are in. We need to go back and read again what most constitutions have always proclaimed and remind politicians what has in many cases been forgotten and, in others, misrepresented.
After all what other man-made charters drafted with the distinct aim of defining how we live together in civilised society can declare with such felicity and beauty
“Life, liberty and the pursuit of happiness”
and in our specific European context “Liberté, égalité et fraternité”?