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diciembre 1, 2015¿El ajetreo de tu vida te cansa? ¿Necesitas recargar las pilas en un ambiente rodeado de naturaleza, cultura y gastronomía sin par? Nicaragua es el lugar para ti. Y lo que es mejor: su popularidad le viene de sus modelos de sostenibilidad ecológica.
Parece increíble, pero es cierto.
“Si la patria es pequena uno grande la suena” Ruben Dario
por Massimo Gava
«Mi nombre es Elvis, como el cantante», dijo mi guía turístico a mi llegada a Managua. «Espero que cantes mejor que él» le contesté en broma. Eran alrededor de las ocho y media de la tarde y, tras un largo vuelo desde Londres con escala en Miami, no estaba seguro de poder bromear en absoluto, pero en cualquier caso fui recibido con un encantador «Bienvenido a Nicaragua».
GranadaLa ruta hacia allí era buena, no demasiado tráfico y, a pesar de la noche, pude sin duda darme cuenta de la exuberancia del territorio. Con una población de unos seis millones, es considerado uno de los países más seguros de América Latina, situado en América Central haciendo frontera con Honduras al norte, Costa Rica al sur, el Pacífico y el Caribe.
Nos llevó casi una hora llegar a nuestro destino, en el que nada más entrar pude darme cuenta de por qué se refieren a la ciudad como la «Gran Sultana».
Sus detalles moriscos y andaluces dotan al lugar una atmósfera mágica, incluido el hotel Plaza Colón, en la Plaza Mayor de la urbe, donde me despedí de Elvis.
A la mañana siguiente, me desperté responsablemente temprano, puesto que sólo disponía de un día para visitar la ciudad, así que tras mi primer desayuno nicaragüense, me zambullí en el bullicio de la Plaza Mayor y su mercado. Recorrí la calle Calzada, la principal vía peatonal, hasta llegar a la Iglesia de Guadalupe, un precioso ejemplo de construcción morisca y uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad.
Situada al oeste del Lago Nicaragua y a cincuenta kilómetros al sur de Managua, Granada es la más antigua ciudad construida por españoles en el Nuevo Continente: fundada en 1524 por Francisco Fernández de Córdoba, que le dio este nombre por su ciudad natal en España. A mediados del s. XIX pasó a ser controlada por William Walker, que obtuvo por defecto el dominio del país entero por un breve período de tiempo. Tras su derrocamiento, éste quería que la urbe fuese reducida a cenizas y aún hoy se conservan algunas partes que evidencian el incendio. Aun así, Granada es una ciudad hermosamente restaurada y sus casas coloniales y vías adoquinadas que llevan hacia el litoral del Lago Nicaragua conforman un paseo sensacional.
Ruben Dario
“Si la patria
es pequena
uno grande
la suena”
Ruben Dario
Realmente, perderse por Granada es una muy buena forma de explorar la ciudad, puesto que resulta sencillo encontrar el camino de vuelta. Tras visitar la Iglesia de San Francisco y el convento/museo y la Catedral, me propuse degustar una muestra de la gastronomía local, y ¿qué mejor forma que en un puesto de comida en la calle? Las fajitas de chicharrones, yucca, banana frita y pollo son exquisitas, aunque si se busca un plato más refinado hay decenas de restaurantes por toda la ciudad a precios muy asequibles. Desafortunadamente, no disponía de tiempo para visitar los volcanes Masaya y Mombacho, ni de hacer una ruta por la reserva natural Domitila. «Para la próxima», me dije.
LAS ISLETAS Y EL LAGO NICARAGUA
Al día siguiente, tomé un barco hacia Las Isletas, un archipiélago de unas trescientas islas en le Lago Nicaragua, el más vasto de agua dulce de América Central (y el segundo de toda América Latina, después del Titicaca) con sus propias especies autóctonas de inofensivos tiburones. Los conquistadores españoles lo llamaron «El Mar Dulce». Los habitantes de la zona se mueven en pequeñas embarcaciones entre las islas continuamente, llevando a los niños al colegio o comprando en mercados flotantes.
ISLA OMETEPE. TOTOCO ECO-LODGE
Al día siguiente, me encontré de nuevo a Elvis, que me llevó noventa kilómetros al sur del muelle de San Jorge, hasta la Isla Ometepe, la isla volcánica más grande del mundo. Allí 50.000 habitantes conviven con abundantes monos y especies de aves y, gracias al fértil suelo volcánico, una gran riqueza de plantaciones de cítricos, bananas, melones y aguacates.
El recorrido duró una hora y media, y a medida que nos acercábamos a la costa teníamos la sensación de que los volcanes Concepción y Madeira iban creciendo más y más hacia el cielo. El camino en coche hacia el Eco-Lodge Totoco nos llevó a través de la jungla a las faldas del Madeira, conocido en la zona como «El Volcán de Agua». En el complejo hotelero, las edificaciones estaban esparcidas por la finca construidas de forma minimalista y, a la vez, rústica dotada de comodidades como cama con dosel y un porche privado con amacas y vistas al volcán Concepción. Realmente quitaba el aliento. Cada cabaña estaba dotada con su propio panel solar y todo lo que podía serlo, era reciclado. El objetivo es que esta experiencia te lleve a aplicar estos cambios al volver a tu vida cotidiana. Realmente te sientes renovado gracias a esta estancia, relajándote en la piscina, en contacto con la naturaleza que te rodea, dejando atrás el ajetreado estilo de vida. También está la posibilidad de hacer senderismo ascendiendo por el volcán o bañarse en las rejuvenecedoras aguas del manantial Ojo de Agua.
MORGAN’S ROCK
Tras dos días, a regañadientes dejé Ometepe. Volví a ver a Elvis, que estaba ansioso por enseñarme más maravillas de su país. Esta vez nos dirigimos hacia el oeste, a San Juan del Sur, en la costa del Pacífico. Se trataba de la playa más popular como destino de los Nicaragüenses y donde atracan muchos cruceros, llenos de «gringos» procedentes de Miami, México o California pasando por el Canal de Panamá. A unos veinte kilómetros del puerto de San Juan del Sur, Morgan’s Rock es la imagen vanguardista del turismo sostenible que Nicaragua quiere proyectar. Dispone de 6.000 hectáreas de jungla salvaje que protege las especies autóctonas, siendo un claro ejemplo de combinación entre las prácticas éticas y el desarrollo sostenible y de lujo.
El lugar fue fundado por una pareja francesa que ha vivido en el país por más de cuarenta años. La mayoría de sus quince bungalós tienen vistas a la extensa bahía. Éstos están comunicados con las zonas comunes a través de pasarelas de madera. Una vez entras en tu habitación sientes que no quieres volver a salir: cada una dispone de una cama king-size, una amplia terraza privada y un jardín cubierto con una ducha exterior. Relájate en tu tumbona admirando el horizonte acompañado únicamente del sonido de las olas del pacífico rompiendo al fondo. Inolvidable. Levantarse al alba es el la mejor forma de apreciar la belleza del lugar, puedes pasear por la playa, donde entre agosto y enero las tortugas van de noche a poner sus huevos; camina al estuario del río y quédate pasmado por la vida animal. De vuelta al hotel, será el momento perfecto para un desayuno nicaragüense consistente en arroz, frijoles y huevos revueltos con banana frita y queso, aunque recomiendo probar los nacatamales, un típico pastel de maíz hecho con carne de cerdo picada o pollo, patata y tomate, asado en hojas de bananera.
La vida salvaje es abundante y se puede explorar el área, por libre o acompañado por un guía, a pie, en kayak, bicicleta de montaña o a caballo. Los huéspedes pueden aprender sobre la reforestación, acompañar a los pescadores del hotel o visitar su azucarera o su granja de mariposas. Como escalafón, relajarse en la piscina contemplando el Pacífico y disfrutar de una cena con opciones autóctonas, francesas y asiáticas.
Managua
Abandonar Morgan’s Rock fue duro. Me disponía a ir al punto más alejado de todo el viaje: León. Pero de camino allí Elvis y yo nos detuvimos en Managua, la capital del país. Cuando se obtuvo la independencia de España en 1824, Managua se convirtió en la respuesta para acabar con la rivalidad entre León y Granada, situada equidistante de las dos y volviéndose un símbolo de paz y reconciliación para el nuevo conformado país. Desafortunadamente en 1972 la ciudad fue casi destruida por un terremoto, por lo que tras su reconstrucción Managua posee una estampa moderna que la distingue del resto de ciudades del territorio.
Desde lo alto de una colina donde se sitúa el Monumento Sandino, en memoria de Augusto César Sandino (líder de la rebelión contra la ocupación militar de Estados Unidos), se puede observar la verde extensión de árboles que puebla el lugar, puesto que Managua tiene el récord mundial de ciudad con la mayor concentración de árboles por metro cuadrado. Su población de 1.5 millones de habitantes se extiende de forma horizontal, debido al alto riesgo de terremotos.
Un paseo hacia Plaza de la Revolución es obligatorio para contemplar la antigua catedral, que recuerda cómo era la ciudad antiguamente. Cerca de ella se encuentra el edificio de la Asamblea Nacional y el Teatro Nacional Rubén Darío, lugar de actuación de compañías procedentes de toda América Latina.
En 2007 el alcalde de Managua declaró a la ciudad la primera capital de América Central en erradicar el analfabetismo.
Hubiera podido quedarme una eternidad más, pero Elvis, que iba controlando el tiempo que me quedaba, me recordó que debíamos tomar rumbo al norte hacia León antes del anochecer, para poder disfrutar del paisaje en el camino. Tenía toda la razón: Nicaragua tiene la mayor concentración de volcanes activos del mundo y el contraste que dibujan en los campos cultivados es impresionante.
LEON
Llegamos casi con la puesta de sol. Me hospedé en el hotel El Convento, en el centro de la ciudad. Otro «más» añadido a la lista de cosas que me cautivaron fue la atmósfera mágica provocada por las tenues luces que brillaban de las ventanas de la ciudad.
Fundada en 1824 bajo el nombre de León Santiago de los Caballeros, la hoy segunda ciudad más grande de Nicaragua fue trasladada treinta y cinco kilómetros tras ser devastada por un terremoto en 1610. La antigua capital conserva más matices de su herencia religiosa e intelectual. Es también una de las principales ciudades universitarias, recibiendo estudiantes de todas partes de Nicaragua, por lo que tiene una vibración juvenil única.
Es también el lugar de origen del movimiento sandinista. De hecho aún pueden verse en innumerables fachadas coloridos murales sandinistas y antiamericanos, marcados con agujeros de bala, símbolo de un pasado turbulento. En el centro urbano puede encontrarse, rodeada de otras muchas pequeñas iglesias, la catedral más grande de América Central en la plaza principal: diseñada por el guatemalteco Diego José de Porres y Esquivel y fue construida entre 1747 y 1814. Combina principalmente el estilo Barroco y el Neoclasicismo, con matices góticos, renacentistas y mudéjares. Es el lugar donde descansan grandes figuras de la historia de esta nación, incluyendo a Rubén Darío, padre del movimiento modernista en español. Su casa puede visitarse, no lejos de la catedral. En ella están expuestos sus trabajos.
No lejos de allí se encuentra la Galería de Arte Ortiz donde se celebra la Bienal de Arte de Nicaragua.
Donde quiera que vayas, no cabe duda de que León es una viva ciudad de espíritu joven en perfecto contacto con su pasado, pero con una visión de su futuro que reverbera en el alma del país.
El desafío que presenta Nicaragua, mantener su relativamente nueva industria turística como medio de proteger sus recursos y mantener su ambiente intacto al tiempo que mejora la situación económica de sus habitantes, es totalmente admirable y los sitúa de forma firme en el panorama internacional. Es un gran ejemplo para todos nosotros, mostrando cómo el turismo no consiste solo en obtener dinero y destruir el planeta con desarrollos imprudentes, sino que la creación de un sostenible y concienciado modo de hacer turismo es posible. Los recursos de la Tierra están disminuyendo y hacer un turismo ecológicamente responsable requiere un compromiso.
Se han alcanzado increíbles resultados, principalmente gracias a que los turistas que han vuelto a sus países de origen han corrido la voz de estas experiencias inigualables. Nicaragua, esta gema escondida de América Central, representa una historia de éxito.
Un gran sueño para un país que sobrepasará tus expectativas vayas donde vayas. Incluso me atreveré a decir: querido Rubén, la patria es más grande que nunca ahora. No hace falta seguir soñando con ello.
Definitivamente «Nicaragua: MÁS»
Fact Box:
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