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julio 30, 2016En DANTE optamos por una visión más global: más allá de la pregunta «¿permanecerá Reino Unido en Europa?», ¿qué podemos decir al respecto de la Unión Europea tras el resultado?
por Kevin Regan
El voto británico, dando como resultado la separación o permanencia en la Unión Europea, puede determinar el futuro económico de todo el continente. La difícil decisión que los británicos tomarán mantiene una incertidumbre sobre si la UE cambiará a mejor. Una Unión reformada es una meta por la que merece la pena el esfuerzo, y también lo merece que Reino Unido quiera formar parte de ella.
Es posible imaginar el comportamiento del ciclo económico y monetario de Europa en los próximos cinco años. Esto es factible porque los principios económicos que se observan en el territorio hoy están claramente arraigados. Una UE que no se reforme mantendrá el status quo insatisfactorio que prevalece ahora. Esto serían muy malas noticias para los ciudadanos europeos y para el resto del mundo.
El verdadero objetivo aquí es encontrar la manera de que el referéndum ayude a llevar a cabo la reforma que ayudará a Europa a sobrevivir los próximos veinticinco años, sin desencadenar una turbulenta ruptura o incluso otra Gran Guerra. Los principios fijos de los que hablamos están basados en el modelo actual de bajo crecimiento, un alto desempleo y una alta deuda de los gobiernos al PIB. Estos parámetros no parece que vayan a cambiar en los próximos cinco años a menos que haya un cambio drástico.
En el caso de que este cambio no ocurra (proceso que debería tener su germen en esta consulta y, a continuación, en las elecciones generales de Francia y Alemania el próximo año), examinemos estos parámetros fijos y lo que estos pueden significar para el futuro del mercado de Reino Unido y la tendencia migratoria.
(1) El alto desempleo, de la mano del lento crecimiento del PIB, se enquista cuando el nivel de deuda es tan alto como hoy en día. Esta deuda no desaparecerá. De hecho, en cinco años la carga será, casi con certeza, aún mayor.
(2) Francia permanecerá unida a sus principios socialistas. Se mantiene en su determinación por mantener leyes laborales proteccionistas a pesar de resultar devastador para el empleo juvenil. No habrá una mejora de raíz en el empleo mientras sea tan endiabladamente difícil para las empresas francesas despedir empleados en tiempos de vacas flacas. Estos principios socialistas se extienden a los servicios sociales del país: generosos, arraigados y protegidos.
Existe la probabilidad de que Francia no solo se vuelva incapaz de disminuir sus propias cifras de desempleo, sino de que vuelva incapaz de absorber en el sistema a inmigrantes.
(3) El excedente en las cuentas de Alemania prevalecerá, dado que su status de gran exportador se apoya más en la flaqueza del Euro que en la propia fuerza de la Deutschmark. Esto continuará respaldando su estabilidad económica. Mientras que esto es un buen augurio para el bajo desempleo, el gobierno alemán necesita asegurarse de que toda la futura creación de empleo absorba tanta inmigración como sea posible. Esto es algo grande para ellos, y algo negativo para el resto de Europa. Significa que la cifra de otros europeos que esperen establecerse y encontrar trabajo en Alemania va a bajar considerablemente.
Si no podemos ver a Francia y a Alemania como un seguro proveedor de empleo para la Unión Europea, ni qué decir cabe sobre la Europa Continental.
(4) Los ciudadanos de Europa del Este continuarán aprovechando la oportunidad del principio fundamental de libre tránsito de personas. Mientras el paro despunta por toda Europa, al menos dos generaciones sucesivas procurarán emigrar a donde sea que puedan encontrar un trabajo. Si sus situaciones económicas comenzaran a crecer, muchos optarían gustosos por permanecer en su hogar. Pero, por el momento, significa emigración, y ésta no se va a dirigir hacia Francia o Alemania, por las razones antes expuestas.
(5) La emigración difícilmente se dirigirá ahora hacia España, Italia, Portugal o Grecia, puesto que son naciones que ya lidian ellas mismas con su propia tasa de paro elevada y están, por supuesto, sujetos a las medidas enquistadas citadas antes.
(6) Tampoco se dirigirán a los países escandinavos, en vistas a la desesperada situación económica de Finlandia (y su clima), a la cantidad de refugiados en Suecia, a la recesión noruega debido al bajo precio del petróleo, y a las limitadas oportunidades que presenta Dinamarca tras años de recibir oleadas de inmigrantes bastante numerosas en comparación con su población autóctona.
(7) Los motivos por los que tampoco serán un destino a elegir Irlanda, Bélgica u Holanda es que sus relativamente pequeñas economías apenas pueden hacerse cargo de una mínima parte de la masa migratoria.
De modo que la principal opción de destino, tanto para ciudadanos de la Unión como para los de fuera, sigue siendo Reino Unido.
Los patrones socio-económicos de la Europa Occidental y de la Oriental están ya bien establecidos en el país Británico. En su mayor parte son comunidades de Europa del Este que se han establecido y van creciendo, aunque ciudadanos de otros lugares, especialmente de Francia, España e Italia, comienzan a suponer un grupo significativo. Además el inglés continúa siendo la segunda lengua más útil de aprender para los no británicos. Hay más posibilidades de empleo hoy en Reino Unido que en otro país del mundo para ciudadanos de la UE, en parte gracias a sus leyes laborales que hacen de conseguir un empleo algo relativamente directo.
Examinemos ahora los niveles de migración hacia Reino Unido en los próximos cinco años. Estimar menos de tres millones sería apuntar a la baja. Una Unión Europea que no haya sido reformada es más probable que provoque alrededor de cinco millones. Esta es una modesta suposición que excluye además los grupos de inmigrantes de otras zonas del planeta. A pesar de haber sido un tema controvertido en los últimos diez años, sin duda ha supuesto un beneficio económico. La pregunta es si el auge actual de inmigración está actuando en detrimento de la economía y el status quo sociocultural.
¿Puede suplirse la infraestructura necesaria (incluidos la Seguridad Social, escuelas públicas y alojamiento) para un rápido crecimiento demográfico con la recaudación de impuestos? Reino Unido ya tiene un gran déficit cuyo equilibrio está siendo difícil de mantener. Si la Eurozona continúa sin crecer a un ritmo razonable y el desempleo no disminuye, el flujo migratorio se hará insostenible. Los que están a favor de continuar en la UE hablan de una economía saludable, aunque en realidad se refieren a calidad de vida. Resulta trágico que las generaciones jóvenes de hoy no puedan permitirse una vivienda propia y unos alquileres en constante alza.
Votar por el Brexit es arriesgado, y si gana el sí, los dos primeros años serán complicados económica y socialmente. La separación dará pie a que la Unión Europea instintivamente castigue a Reino Unido, a pesar de que las relaciones comerciales entre ellas son primordiales para las dos partes.
De modo que los votantes decidirán si aceptan un breve periodo inicial de crisis, que casi seguro ocurrirá, en favor de la tan necesaria reforma europea. Permanecer en la Europa actual, en la situación actual, resultaría precario. Una vez la insostenible situación alcance su punto de no retorno, tal vez solo una revolución podría sacarla de su antidemocrática y burocrática carrera.
De momento, la decisión más arriesgada sería abandonar la Unión Europea el 23 de junio, y los británicos tienen esta única oportunidad de provocar el desencadenante para salvar a Europa de sí misma, empezando a sembrar las semillas del cambio en Bruselas, facilitando la oportunidad de un futuro mejor que el que promete el rumbo que sigue ahora. Pero supone un increíble riesgo, y probablemente esté justificada para los votantes si adquieren una visión a largo plazo.