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mayo 4, 2018«¿Dónde osan comer los ángeles?» Puede parecer obvio: los ángeles comen en el paraíso. ¿Y qué comen? Delicados manjares que transforman cada comida en un exquisito festín. ¿Y quién los cocina? Son preparados por manos expertas que convierten todo lo que tocan en experiencias sublimes.
Si estás intrigado, continúa leyendo y todo será revelado en este artículo.
por Massimo Gava
¿Qué pensarías si te dijera que hay un lugar en la Tierra donde los ángeles comen? Probablemente dirías que no estoy en mis cabales o que sufro visiones. Bueno, ambas afirmaciones son, en parte, ciertas. De camino a Magliano Sabina, en la región de Lacio (Italia), tuve la visión de encontrarme en el cielo al degustar los exquisitos manjares del Ristorante degli Angeli (Restaurante de los ángeles), el Santo Grial de la cocina típica de la zona. Bueno, que no te parezca un elogio exagerado, te convenceré de lo que digo.
Comencemos por el principio. Este paradisíaco lugar fue fundado en 1899 bajo el nombre de La sosta (lugar de descanso). Era un lugar donde los viajeros y peregrinos se detenían de camino a Roma. Allí podían descansar y abastecerse de provisiones para el viaje. Más tarde, cuatro mesas fueron añadidas para proporcionar a los transeúntes comidas calientes, buen vino y pan casero. Con el paso del tiempo, el establecimiento se fue convirtiendo en una trattoria. Durante generaciones, la familia Marciani han provisto viandas a sus huéspedes, hasta que Mario y su esposa Antonietta, con apoyo de sus padres, transformaron el local en todo un restaurante.
Desafortunadamente, unos años después este idilio familiar se vio truncado por la muerte de Mario, que dejó a Antonietta sola a cargo de tres hijos. Pero la familia tenía sus tradiciones demasiado arraigadas como para dejar que el sueño de sus padres se destruyera, e incluso estrechó sus lazos. Decidieron seguir adelante contra viento y marea por el camino que empezaron a abrir sus antepasados.
Mauro, el hijo mayor, aún era joven. Sin embargo, tomó las riendas de las responsabilidades de su difunto padre. Laura asistió a una escuela de cocina y trajo consigo innovadoras ideas al restaurante. Marco, el menor, a pesar de convertirse en un exitoso actor y director de teatro, sigue echando una mano al negocio familiar siempre que puede.
Con el paso del tiempo, la familia creció. Laura se casó con Sergio y juntos tuvieron dos hijos, Graziano y Francesco; mientras tanto Mauro se casó con Marilena y tuvieron a Matteo, Margherita y Michele. Tanto Sergio como Marilena se involucraron en las gestiones del negocio, que continúa creciendo, especialmente tras la reforma de los edificios que rodean la sosta original. Estos cuantos inmuebles han sido transformados en un hotel de ocho habitaciones, con una piscina en el exterior y un bonito jardín. Incluso reformaron una pequeña capilla medieval para uso privado de ceremonias.
Se trata de un inspirador modelo de negocio familiar sin competidores que estén a su altura. Antes la gente solía casualmente detenerse en su camino a Roma. Ahora la gente se traslada a propósito desde la capital para disfrutar de su hospitalidad en este mágico rincón entre Lacio, Umbria y Abruzzo.
La calidad de su cocina está entre las de mejor nivel que se pueden encontrar.
Han mantenido las tradiciones locales intactas, combinando sus platos con los ingredientes locales de acuerdo con la estación.
«Sólo servimos lo que es de temporada», me dijo Laura casi disculpándose mientras degustaba un sublime soufflé de flores de calabaza.
Mauro confirmó las palabras de su hermana: «Usamos solo producción local, tal cual lo hacían nuestros bisabuelos». Me explicaba con una sonrisa: «Es la única forma de que el chef pueda asegurarse de la calidad de los ingredientes. Nuestro secreto es nuestra relación con los productores locales […] Los mismos productos que usamos en el restaurantes los vendemos en nuestra pequeña tienda».
De hecho el edificio que da al camino, que era en tiempos la famosa sosta, se ha convertido ahora en una tienda que se parece más a una delicatessen cosmopolita que a una en un pequeño pueblo de seiscientos habitantes. Allí se encuentran la signora Antonietta y su nieto Graziano ayudándola en los quehaceres del establecimiento.
Puedo asegurarte que tras probar los productos en el restaurante será difícil no preguntar dónde comprarlos, puesto que querrás extender todo lo posible la experiencia que has tenido en este sitio maravilloso.
Un ejemplo es la célebre coratella, un plato típico de la zona de Umbria y Roma. Tradicionalmente data de la Edad Media y fue uno de los manjares predilectos para el poeta franciscano Iacopone da Todi. No es más que uno de los muchos platos autóctonos de esta región que se pueden degustar.
El pan que sirven, y venden también en la tienda, es horneado tres veces por semana en el horno de leña de la familia. Es amasado exclusivamente con una harina de grano especial del molino local, mezclado con una levadura conocida comúnmente como madre, con una técnica de dos siglos de antigüedad. Un manjar de tiempos pasados.
Signora Antonietta aún cocina su famoso cordero en horno de leña. Añade y remueve los troncos para mantener una temperatura baja constante y asegurarse de que la suave carne se cocina muy lentamente. Modestamente afirma que «esta es la única forma de sacar el delicado sabor de la carne. Este método de cocina viene de los tiempos en los que no había prisas, cuando comer significaba disfrutar la comida preparada con amor y devoción; cuando el arte de entretener a los huéspedes era casi sagrado». Afirma esto con una tímida sonrisa, como temerosa de pecar de orgullosa al confesar su gran experiencia en un arte casi olvidado.
La gente que puede producir y mantener platos de tan alta calidad son cada vez más difíciles de encontrar. De hecho creo que son un tipo de persona a punto de extinguirse. Mauro puede decir con solo un vistazo si el plato lo ha preparado su hermana, su mujer o su madre. Es como si Laura, Marilena y la signora Antonietta hubiesen producido obras de arte con su estilo personal. La armonía de la familia de aprecio mutuo debe de ser un ingrediente más para su ambiente paradisíaco.
El Ristorante degli Angeli es un tesoro escondido para aquellos que realmente aprecian la cocina tradicional italiana. Esta cocina siempre ha estado enfocada en la importancia de los buenos ingredientes y métodos de preparación que sacan la mejor calidad de ellos antes de llevarlos a la mesa. Esto está preparado con amor y devoción, una mesa que refleja lo sagrado de los altares y que está, normalmente, preparadas por mujeres que traen maravillas para sus invitados.
Y aquí se revela la mística magia de su restaurante. Es el placer de cuidar a los comensales como a miembros de la familia. Es el placer de prepararles deliciosas comidas en consonancia con las mejores tradiciones. Delicias caseras preparadas sin arrogancia, un deleite genuino que se multiplica al compartirlo. Lugares como este se han vuelto raros incluso en Italia, especialmente en una cultura de chefs famosos donde la fama televisiva se confunde con buen sabor.
Marco dirige a la plantilla dedicada al servicio de mesas y estos dan detalladas explicaciones de los productos en el menú. La lista de vinos es casi interminable, pero si no te decides entre todas las opciones, Marco te sugerirá las botellas que mejor acompañen al tesoro preparado por las señoras de la cocina.
Marco puede ser considerado el hijo pródigo de la familia, puesto que pasa la mayor parte del tiempo en Roma, donde dirige y actúa en el teatro; pero disfruta volviendo a casa porque, dice, «en este lugar puedo regenerarme».
La regeneración es uno de los elementos esenciales de comer aquí, porque comer significa cuidar de nuestro cuerpo, cuerpo que es un templo para nuestra alma. De todas formas, incluso en Italia, un país conocido por el amor hacia la buena comida, lugares como este se han convertido en una rareza tal que escribir sobre ellos me hace sentir como si revelara un secreto místico, y empiezo a preguntarme si este secreto debería seguir siendo oculto para el público.
Pero DANTEmag no podría esconder esto de los lectores: los secretos de la comida y los placeres de este reino sagrado situado a unos 60 kilómetros de Roma
Los ángeles realmente comen aquí, no solo porque es un sitio idílico escondido en la belleza entre las regiones de Lacio y Umbria, sino sobre todo por su simplicidad, uno encuentra una sutileza que no necesita presumir de la frescura y excelencia de sus productos. Es una tradición familiar que continúa a lo largo de su genuino camino en armonía con su entorno y no necesita seguir la última moda.
Este lugar es como un oasis en el desierto, es un extraordinario paraíso en la Tierra.
¿He sido golpeado por una visión? Visítalo y decide por ti mismo.
http://www.ristorantedegliangeli.it/index.php/en/